La región central de Haití vivió un fin de semana de extrema violencia tras una serie de ataques perpetrados por pandillas fuertemente armadas, que dejaron un saldo de hombres, mujeres y niños asesinados, además de numerosas viviendas incendiadas. Las agresiones obligaron a cientos de personas a huir en la oscuridad y buscar refugio en localidades cercanas.
Desde Pont-Sondé, el funcionario Guerby Simeus confirmó por teléfono casi una docena de muertes, entre ellas “una madre y su hijo y un empleado del gobierno local”, y lamentó que “Las bandas siguen en Pont-Sondé”, sin que lleguen refuerzos. Los ataques iniciaron entre viernes y sábado, incluso transmitidos en vivo por los propios pandilleros.
Las autoridades policiales alertaron sobre la gravedad de la situación, señalando que el 50% de la región de Artibonite ha caído bajo control de pandillas, con ataques particularmente intensos en las ciudades de Bercy y Pont-Sondé. El sindicato policial SPNH-17 denunció en X la incapacidad operativa para responder ante la ofensiva criminal: “La población no puede vivir, no puede trabajar, no puede desplazarse”, advirtió, añadiendo que “La pérdida de los dos departamentos más grandes del país —Oeste y Artibonite— es el mayor fracaso de seguridad en la historia moderna de Haití”.
