Siempre cobra mayor vigencia en tiempos de luchas por sostener la soberanía de un pueblo la vieja frase latina que reza “dulce y decoroso es morir por la patria”, muy usada en la Roma Antigua. Como mensaje subliminal para las presentes y futuras generaciones de dominicanos está colocada en la parte superior de la Puerta del Conde, la principal entrada al recinto sagrado del Altar de la Patria, donde reposan las cenizas de Duarte, Sánchez y Mella.
En muchas ocasiones de la historia del país el trágico final de la vida de héroes y heroínas, transformados en mártires por sus hechos, ha sido un resumen del mensaje de coraje y compromiso con la libertad de los demás que envuelve la expresión arriba referida.
Un ejemplo de lo anterior se extrae del estudio sobre la vida y muerte del valiente poeta capitaleño Félix Mota Veloz, que desde muy joven decidió luchar por la libertad de su pueblo. Uno de sus actos de mayor decoro fue cuando al enterarse de que la República Dominicana (17 años después de haber logrado su independencia) había sido anexionada a España abandonó el exilio y retornó a su país en la expedición revolucionaria encabezada por Francisco del Rosario Sánchez y José María Cabral.
Él estaba consciente de que se enfrentaba no sólo a soldados extranjeros y cipayos criollos, sino a la ira particular que tenía en su contra el general Pedro Santana y Familia, el que hombre de “rompe y raja” que en ese momento ostentaba el pomposo título de teniente general de los ejércitos españoles y capital general de Santo Domingo.
Su firme decisión de defender la Independencia Nacional se convirtió en una fuente de inspiración para miles de dominicanos que jamás cedieron en su lucha por la libertad. La hecatombe cometida por los anexionistas en San Juan de la Maguana el 4 de julio de 1861 avivó el ánimo del pueblo llano, que fue el protagonista principal de la epopeya restauradora.
La llegada de los patriotas restauradores a Hondo Valle, El Cercado y otros lugares del suroeste dominicano, el 1 de junio de 1861, entre los que estaba Félix Mota, fue algo más que un episodio simbólico, pues marcó una clara señal de que el pueblo dominicano estaba dispuesto a desafiar con las armas a sus enemigos.
Esa verdad, que el tiempo se encargó de darle categoría de axioma, era muy diferente al criterio de un oficial español anexionista que luego escribió al respecto: “…el suceso que acabamos de describir, lo mismo que el de Moca, eran tan sólo chispas desprendidas del fuego recóndito que se atizaba». (Historia de la dominación y última guerra de España en Santo Domingo. Editora de Sto. Dgo., 1974.P76. Ramón González Tablas).
El escritor Federico Henríquez y Carvajal, al hacer un recuento de los héroes y mártires que combatieron a los anexionistas criollos y extranjeros y fueron fusilados, cita como los primeros a los que cayeron en Moca el 2 de mayo de 1861, entre ellos José Contreras, José Ma. Rodríguez, Cayetano Germosén y José Inocencio Reyes.
El gran educador que fue don Federico puntualizó de inmediato que: “Dos meses más tarde, en el Sur, con su punto de partida en la frontera de facto…subieron al patíbulo en San Juan de la Maguana los rendidos en El Cercado. Eran veintiuno: Francisco del Rosario Sánchez, Félix Mota,
Benigno del Castillo, Domingo Piñeyro, Gabino Simonó, Juan Erazo…” (Apuntes para la Historia de la Cultura Dominicana. Federico Henríquez y Carvajal. CLÍO.No.115. P 177).
El mismo autor (en un estudio sobre las primeras generaciones literarias que surgieron en el país luego de la Independencia Nacional) se refiere a la forma en que terminaron su existencia varios poetas y literatos, especificando que con motivo de los enfrentamientos entre patriotas y anexionistas:“…dos sellaron con su sangre heroica la protesta restauradora: Félix Mota, en 1861, en el patíbulo de San Juan de la Maguana y Eugenio Perdomo, en 1863, en el patíbulo alzado en Santiago de los Caballeros…”
Lo que ocurrió en San Juan de la Maguana el 4 de julio de 1861, donde murieron defendiendo la patria Sánchez, Félix Mota y otros adalides de la libertad, lo describió con su proverbial sabiduría el historiador Hugo Tolentino Dipp: “Además de traidor, Santana era un vampiro insaciable, y la Anexión le ofrecía la oportunidad de ser sanguijuela de la más generosa sangre dominicana”. (Gregorio Luperón, biografía política. Editora Alfa y Omega, edición 1981.P53.HTD).
Es tiempo de que la memoria del patriota, héroe y mártir Félix Mota Veloz sea rescatada del olvido en el que se ha mantenido por más de 160 años, desde que ofrendó su vida luchando por restaurar la mancillada soberanía dominicana.
of-am
Compártelo en tus redes: