LA AUTORA es ejecutiva de ventas. Reside en Nueva York.
La historia bíblica está llena de lecciones sobre soberanía, defensa territorial y la responsabilidad espiritual de los pueblos. Lejos de ser un relato antiguo desconectado de nuestras realidades actuales, la Biblia ofrece principios que pueden iluminar nuestra postura como nación ante amenazas externas.
Frente a la crisis haitiana y el riesgo creciente de desbordamiento poblacional en territorio dominicano, muchos se preguntan: ¿cómo responder sin caer en el odio, pero tampoco en la negligencia? La respuesta podría estar en las Escrituras.
Dios entrega tierras… pero también exige que se cuiden
Desde el Génesis hasta los libros proféticos, Dios otorga la tierra como una herencia sagrada, no como una dádiva sin compromiso. El pueblo de Israel recibe Canaán con una clara instrucción: poseerla, habitarla y no permitir que costumbres ajenas perviertan su propósito.
“Y les di la tierra por heredad, la cual juré que les daría, tierra que fluye leche y miel. Yo soy Jehová su Dios.”. — Ezequiel 20:6
La tierra es más que geografía; es cultura, fe, legado. Y defenderla no es odio, es obediencia.
Dios respalda a los que defienden con valentía y propósito
Cada vez que Israel era amenazado por ejércitos extranjeros, Dios no llamó a la pasividad. Por el contrario, animó al pueblo a resistir con valor, asegurándoles Su respaldo si actuaban con justicia y fe.
“Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos… no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios va contigo… para pelear por ti contra tus enemigos y darte la victoria.”. — Deuteronomio 20:1-4
¿Estamos, los dominicanos, entendiendo que defender nuestro territorio también puede ser un acto de fe? ¿O hemos sido adormecidos por un discurso internacional que nos empuja a renunciar a nuestras fronteras en nombre de una falsa compasión?
No todo “pacto” es justo: cuidado con las alianzas forzadas
Israel fue advertido múltiples veces de no pactar con pueblos cuyas costumbres, dioses y prácticas amenazaran la identidad del pueblo escogido. No se trataba de desprecio al extranjero, sino de proteger la integridad espiritual y social de la nación.
“No harás alianza con ellos ni con sus dioses.”. — Éxodo 23:32
Hoy, vemos cómo se pretende imponerle a República Dominicana la carga de una crisis que no originó, mientras se nos acusa de intolerancia si intentamos poner límites. Pero según la Palabra, no todo acuerdo es bueno si compromete la voluntad de Dios para un pueblo.
Cuando se baja la guardia, vienen las consecuencias
La Biblia también es clara: cuando un pueblo no defiende su herencia, pierde bendición, autoridad y libertad. La inacción no es neutral, es peligrosa.
“Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría… servirás a tus enemigos… con hambre, con sed, con desnudez y con falta de todas las cosas.”. — Deuteronomio 28:47-48
¿Estamos defendiendo nuestra tierra, o estamos sirviendo poco a poco a intereses ajenos?
Aplicación para los dominicanos de hoy
No se trata de odiar al que sufre, sino de no permitir que el dolor del otro justifique la destrucción de lo que tanto nos ha costado construir como nación. Ayudar, sí; pero con orden, legalidad y soberanía. Lo dice también la Escritura:
“No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres.”. Proverbios 22:28
Y añade Nehemías, cuando Jerusalén fue amenazada:
“No temáis… pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos, por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.”. — Nehemías 4:14
Esa es la verdadera compasión: cuidar de tu casa, para luego poder ayudar a otros sin destruirte en el proceso.
Conclusión
República Dominicana no puede ser zona de amortiguamiento, ni campo de sacrificio. Tampoco puede ser usada como moneda de cambio geopolítico. Es un país soberano, con una identidad forjada en sangre, historia y fe. Y si creemos en Dios, debemos creer también en Su mandato: la tierra se cuida, se honra y se defiende.
“Dios, patria y soberanía: Una mirada bíblica a la defensa de nuestra nación”
jpm-am
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