¿Por qué se habrá vuelto tan difícil mantener relaciones en la sociedad actual?
Recientemente trascendió que más de la mitad de los matrimonios terminan en divorcio. Vale aclarar que esa es la cifra en el ámbito legal; ahí no está incluido lo que ocurre con uniones libres y con otras modalidades de relaciones de pareja. Y todavía más: esas cifras serían mucho más escandalosas si incluyéramos lo que pasa en relaciones laborales, de amistad, vecinales, profesionales y en diversos ámbitos de la vida en sociedad.
En ese sentido es muy común escuchar a líderes religiosos, consejeros matrimoniales, profesionales de la conducta y a otros muchos especialistas destacar la importancia de la “comunicación” para el mantenimiento de las relaciones.
Pero, ¿de cuál comunicación estamos hablando? La pregunta podría sobrar, si tanta gente no asumiera que “comunicar” es lo mismo que “hacer saber”, “decir” o simplemente “darle pa’llá”.
Pero comunicar es mucho más. La comunicación es fundamental para construir significado. ¿De qué estamos hablando? Para no acudir a teorías y definiciones complejas, te propongo pensar en cómo aprendes: lo más seguro, como la generalidad de las personas, me dirás que lo haces a través de conversaciones, explicaciones, observando, leyendo documentos o viendo videos.
Si nos fijamos bien, en cada una de estas situaciones, la comunicación – entendida como intercambio de información – te permite comprender el mundo que te rodea y formar tus propias ideas. Y si la información que recibes está en otro idioma o en un nivel que te resulta complejo, ¿entenderías? ¿O corres el riesgo de “entender”, quizás, lo contrario? Como se puede apreciar: para que exista comunicación se precisa de significado compartido.
¿Qué ocurre, entonces, con el significado? No es algo fijo e inamovible; el significado se construye a través de la interacción. Cuando alguien te dice algo, tú interpretas sus palabras basándote en tu experiencia, información previa y el contexto de la conversación.
Por ejemplo, la frase «hace frío» puede significar simplemente baja temperatura, o puede implicar la necesidad de ponerse un abrigo, dependiendo de la situación. Pero ¿qué pasa si quien lo dijo tiene fiebre? Es posible que esa persona sienta frío, pero realmente esté haciendo calor. Por eso decimos que el proceso de interpretación y construcción de significado es dinámico y constante.
Autores como Saussure y Berruto han estudiado el signo lingüístico, la unidad básica de la comunicación. Un signo tiene dos partes: el significante (la palabra o símbolo) y el significado (la idea que representa). Para Saussure, el significado no existe fuera del sistema lingüístico; es decir, el significado de una palabra depende de su relación con otras palabras.
Berruto añade que el significado también incluye aspectos emocionales y contextuales. Por ejemplo, la palabra «casa» tiene un significado literal (un edificio donde se vive), pero también puede evocar sentimientos de seguridad, calidez o nostalgia, dependiendo de la experiencia personal de cada quien.
Transformación
Pero ocurre que la virtualidad ha transformado radicalmente la comunicación. Ahora casi todo el mundo tiene oportunidad para “disfrutar” de una etapa en la que “con unos aparaticos conectados hacemos maravillas”. Internet y las redes sociales han creado nuevos espacios de interacción, ampliando las posibilidades de comunicación a nivel global. Ahora podemos comunicarnos con personas de cualquier parte del mundo. Ahora compartimos mensajes, ideas y experiencias “en vivo y directo”.
Sin embargo, esta nueva forma de comunicación también presenta desafíos. Muy pocas personas toman en cuenta lo que ocurre con el tiempo y el espacio a la hora de comunicar. Por eso mucha gente te escribe o habla sin saludar.
Otra mucha gente entiende que tú estás solo esperando la más mínima señal para responder “en el acto”. Y generalmente, tampoco cerramos las interacciones. Y eso se vuelve costumbre, muy mala, presencial y virtualmente.
Alguien podría alegar que “así funciona la comunicación digital”. Y es cierto: así se interactúa con las máquinas. Así se usa un cajero automático, por ejemplo. Pero debe ser diferente cuando personas usamos medios digitales para comunicarnos.
Bueno, si se trata de alguien a quien queremos tratar como máquina, “le damos pa’llá”. Pero si se trata de alguien con quien queremos compartir y hasta crear significado, entonces la modernidad debería servir para que interactuemos, nos entendamos y nos mantengamos humanos.
jpm-am
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