
En pleno corazón del Caribe, existe un lugar sorprendente: el lago Enriquillo, un gigantesco espejo de agua situado 43 metros bajo el nivel del mar, donde conviven cocodrilos americanos, flamencos rosados e incluso la icónica iguana rinoceronte, un fósil viviente que parece sacado de otra era.
Lo que hoy es un oasis de biodiversidad no siempre tuvo vida. Hace siglos, la cuenca del lago era un desierto de sal, un espacio inhóspito donde ni un solo pez osaba nadar. El viento azotaba sus orillas, y el crujir de la sal era el único sonido en un paisaje dominado por el sol implacable.
Todo cambió tras un aguacero extraordinario proveniente de la sierra de Barahona, que rompió el cerco salino y permitió la llegada de agua dulce. En pocos días, la cuenca comenzó a transformarse: cardúmenes viajaron río arriba desde arroyos olvidados, y el lago empezó a llenarse de vida. Así nació el lago hipersalino más grande de la isla Hispaniola y de las Antillas, que hoy forma parte de la reserva de biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo y del Parque Nacional Lago Enriquillo e Isla Cabritos.
Un refugio de especies únicas
El lago Enriquillo es hogar de especies endémicas y migratorias. Entre ellas destacan el cocodrilo americano, la iguana rinoceronte y una amplia variedad de aves, incluyendo los característicos flamencos rosados. Su ecosistema incluye no solo humedales hipersalinos, sino también fuentes termales, petroglifos ancestrales y paisajes de contrastes extremos, haciendo del lugar un verdadero laboratorio natural y un escenario ideal para el ecoturismo.
La protección legal del lago ha sido un proceso gradual. En 1977, mediante la Ley 664, se creó el Parque Nacional Isla Cabritos, inicialmente solo para la isla central. Posteriormente, en 1996, el Decreto 233-96 extendió la protección a todo el lago y sus riberas. Finalmente, la Ley 6400 del 2000 consolidó la figura legal, resguardando alrededor de 20,000 hectáreas de ecosistemas únicos.
El reconocimiento internacional llegó en 2002, cuando la UNESCO incluyó la cuenca en la reserva de biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo y la declaró sitio modelo bajo la convención Ramsar, destacando su valor global como refugio de especies endémicas y migratorias.
Un destino para vivir la naturaleza
Visitar el lago Enriquillo es adentrarse en un mundo distinto. Navegar al amanecer permite observar cocodrilos y flamencos compartiendo el mismo espacio, mientras las aguas termales brindan un cálido contraste. El silencio solo se rompe por el aleteo de las aves, y cada paisaje parece narrar siglos de historia natural.
El lago Enriquillo no es simplemente un lugar para conocer; es una experiencia que conecta la naturaleza y la leyenda, un destino que deja sin aliento y que llena de orgullo a quienes lo visitan. Si alguna vez soñaste con descubrir un sitio donde la biodiversidad y la historia se entrelazan, este es el momento de hacerlo: el lago Enriquillo te espera.