Los periodistas timoratos se clasifican como prudentes, discretos y responsables en la cavilación ultraconservadora, generalmente sin afiliación política. A menudo se etiquetan de derecha o ultraderecha, y se adaptan a todas las circunstancias, que no implique el reemplazo o la transformación de las estructuras socio-económicas. Como encogidos se cristalizan con tinta indeleble, en otros diez mandamientos en el cráneo discursivo de contraste:
Primero. Moderados y prudentes en la redacción y difusión de la información. Llamean remisos, sin malas noticias.
Segundo. Reflexivos y analíticos en la divulgación noticiosa, sin apresurarse en la inmediatez. Arrullan sin perder los estribos.
Tercero. Integridad ético-moral, con respeto a la intimidad de las personas y las fuentes noticiosas. Giran opacos y sin carcajadas.
Cuarto. Dignidad, equilibrio y virtuosismo. Corren patarucos, sin risa culpable.
Quinto. Se preocupan por verificar los hechos y mantener su credibilidad pública. Airean amilanados, sin eclipsarse.
Sexto. Huyen a la hostilidad y la adversidad. Se formalizan reservados, sin taparse los ojos.
Séptimo. Se aferran a los principios de imparcialidad y objetividad. Alfombran cohibidos, sin inclinar la balanza.
Octavo. Poseen sensibilidad extrema y rigidez moral. Se reponen puritanos, sin ser cajas de resonancia.
Noveno. Evitan la exageración y los escándalos en los contenidos noticiosos. Habitualizan indecisos, sin sobredosis.
Décimo. Reflejan madurez profesional, porque buscan educar, más que informar. Escalan sinuosos, sin soltar los frenos.
Las cuerdas vocales y las plumas de los periodistas timoratos musitan como simplistas, veleidosos, mediatizados y hasta complacientes. No son muy conocidos, ni tan respetados por la colectividad, porque prácticamente no ayudan a cambiar fenómenos. Son consentidos con el status quo, y en su pasividad patológica, que raya en la indiferencia, tiran por la borda el verbo auxiliar. Vagan alucinados y con los señoríos en las canonjías.
Desafinan contrapuestos a los periodistas de vanguardia o progresistas, que sin ambages se comprometen con la verdad y la justicia. Fulguran valientes y aguerridos en la enunciación de denuncias contundentes y en la confrontación con las tropelías y desafueros del poder político y económico, en el más escrupuloso cumplimiento de la misión y función periodística.
Empero, los ultraconservadores oda anecdóticos y oda condescendencia con distorsión frívola, en el 2025 en la República Dominicana están ganando la apuesta en la oferta de la noticiabilidad inmediatista y la interpretación mediática, encaramados en “Silla de Águila”.
Colega periodista, ¿se aprecia usted como un timorato? ¿Ser huidizo está en su ADN? ¿Se siente cómodo en ese prisma? ¿Le conviene?
jpm-am
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