Tipo de cambio y política cambiaria: la otra cara de la estabilidad (OPINION)

imagen

EL AUTOR es dirigente político. Reside en Santo Domingo.

POR JAIRO DE JESUS ESPINO

En lo que va de 2025, el valor del peso dominicano ha mantenido variación relativamente estable frente al dólar, con una cotización cercana a los RD$63 por cada divisa estadounidense. El Banco Central se ha esforzado en transmitir confianza al mercado, asegurando que la inflación se mantendrá dentro de su rango meta y que la economía crecerá alrededor de entre un 2.1 % y un 3%, el cual debemos esperar de como termine el presente año.

Sin embargo, detrás de esta estabilidad aparente se esconden efectos negativos comprometedores que golpean directamente el bolsillo de los dominicanos y la economía doméstica.

Si el costo de la estabilidad de la cambiaria, es la primera consecuencia de la política cambiaria actual es el encarecimiento de la vida. Aunque el tipo de cambio no ha sufrido saltos bruscos, cualquier depreciación, por mínima que sea, se traduce en alzas de precios de productos importados: alimentos, combustibles y medicinas.

El resultado es inflación importada, que recae con más fuerza sobre los hogares de ingresos bajos y medios.

Entre tanto la deuda más cara, futuro más incierto este otro efecto menos visible pero igual de preocupante es el impacto en la deuda externa. El gobierno y gran parte del sector privado dominicano están comprometidos con préstamos en dólares. Un peso más débil significa pagar más en moneda local para honrar esas obligaciones, lo que presiona las cuentas fiscales y los márgenes de las empresas.

La paradoja de la competitividad en jaque, la estabilidad del peso puede volverse en contra de la economía real Paradójicamente, esto debe ocurrir Cuando la moneda se mantiene fuerte frente al dólar, los exportadores dominicanos pierden competitividad, mientras que los productos importados resultan relativamente más baratos. El riesgo es que la balanza comercial termine más frágil y dependiente de financiamiento externo.

La República Dominicana sigue teniendo una economía expuesta, siendo vulnerable a los vaivenes internacionales. Si suben los precios del petróleo o se reducen los flujos de remesas, el dólar se encarece y la política cambiaria se ve forzada a reaccionar.

En esos escenarios, el Banco Central debe recurrir a las reservas internacionales para contener la presión, una estrategia efectiva en el corto plazo, pero costosa si se prolonga.

La consecuencia del impacto social, es más dura recae sobre la población más vulnerable con salarios que no se ajustan al ritmo de los precios, las familias dominicanas ven deteriorarse su poder adquisitivo.

La canasta básica y los servicios esenciales como la salud, educación y otros sectores no menos importantes se encarecen cada día más, ampliando la brecha entre quienes pueden protegerse de la inflación y quienes quedan atrapados en ella.

Un debate pendiente

La política cambiaria dominicana ha sido exitosa en mantener la calma del mercado en un entorno internacional turbulento. No obstante, los críticos advierten que no basta con “administrar” el tipo de cambio. El país necesita políticas complementarias que fortalezcan la producción nacional, diversifiquen las fuentes de divisas y protejan a los sectores más vulnerables.

En definitiva, la estabilidad cambiaria de 2025 puede ser una buena noticia en los titulares, pero en la vida cotidiana de muchos dominicanos todavía se siente como una carga. El gran reto para el gobierno es que esa estabilidad no se convierta en un espejismo.

jpm-am

Compártelo en tus redes: