Por Marcelino Lara
He tomado prestado el título de una canción de los años 80 interpretada por una agrupación merenguera femenina, para explicar la elevada dependencia de gran parte de la población dominicana de los beneficios otorgados por el Estado a través de sus programas sociales.
Y para tal propósito utilizaré los resultados de una investigación que ha estado realizando el CREES desde 2019 para monitorear el impacto socioeconómico de las ayudas otorgadas por el Estado dominicano a los estratos poblacionales más necesitados.
Lo primero que llama la atención es que al cierre de 2024, más de la mitad de la población dominicana, específicamente el 51.4%, dependía de los beneficios de los programas sociales del estado. O sea que somos un país de pobres e indigentes.
Sin embargo, en 2019 cuando CREES empezó a realizar esta medición, el programa Aliméntate, que entonces se llamaba Comer es primero, era otorgado tan sólo a 825,275 hogares.
Al cierre del mes de junio de 2025, el promedio de hogares beneficiados del programa hoy llamado Aliméntate subió a 1,489,960 hogares beneficiados.
Independientemente de la pandemia, consideramos un aumento exagerado porque del 2016 al 2020, los beneficiados de los programas sociales a penas aumentaron de 3.7 a 3.9 millones. Sin embargo del 2020 al 2024 pasaron de 3.9 a 5.5 millones de dominicanos dependientes del Estado dominicano.
Insostenible presupuestaria y financieramente
El programa Aliméntate es el de mayor número de beneficiarios dentro de lo que administra la Dirección de Desarrollo Social Supérate, lo que habla claramente de una caída en el nivel de seguridad alimentaria del pueblo dominicano por insuficiencia de ingresos de la gente y de la producción nacional.
De acuerdo con la Administradora de Subsidios Siciales, al cierre del segundo trimestre de 2025, el total de subsidios por beneficiarios o tarjetahabientes, superó la cifra de 4.6 millones. En cada tarjeta una persona puede recibir dos y tres subsidios a la vez.
El número cada vez más dependiente de los programas sociales del estado nos lleva entonces a cuestionar las cifras oficiales sobre el nivel de empleo, el incremento del salario real, la seguridad alimentaria, el acceso al agua potable, energía eléctrica, educación y salud, al tiempo que se confirma una vez más el débil crecimiento del PIB.
Obviamente, sólo el deterioro de esos indicadores podría justificar que más de la mitad de la población dominicana esté siendo beneficiada por programas sociales del gobierno.
También debemos suponer que una gran cantidad de personas pasaron de clase media a pobres y por eso están recibiendo dichos beneficios, ya que no queremos suponer que con el pago de nuestros impuestos se está beneficiando a extranjeros ilegales.
Esperamos que el populismo político no se haya apoderado de los programas sociales del Estado dominicano, porque a quien no le dan que no coja.
jpm-am
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