Dios no es Dios de confusión

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EL AUTOR es ministro cristiano. Reside en La Vega.

Palabras, hechos, opiniones, creencias pueden confundir a las personas, cuando éstas no están en capacidad de diferenciar entre ellas. Confusión viene de confundir.  El Dicc. Encl. L. 2000, define confundir como: «Mezclar varias personas o varias cosas de modo que no puedan distinguirse unas de otras. 2. Tomar o hacer que alguien tome erróneamente una cosa por otra. 3. Perturbar, desordenar. 4.  Fig. Humillar, abatir, avergonzar. 5. Fig. Turbar, dejar o quedar confuso».

Los creyentes en Jesucristo, tenemos una gran responsabilidad en el sentido de hacer que las personas entiendan y puedan creer en Jesús el Salvador, como en sus doctrinas y promesas. Pero, es sumamente difícil esa tarea, ya que hay tantos conceptos, opiniones y creencias al respecto, que es imposible llegar a una sola definición  en cada una de ellas. Declarar que una doctrina es verdadera es fácil, pero de difícil  aceptación por todos.

El hombre ha mezclado tantas creencias diferentes sobre la palabra de Dios, que ha dividido el mundo religioso en tantas denominaciones que han confundido a los hombres , a tal grado que, cada unos creen unas cosas y otros otras. Unos dicen que no hay infierno, otros afirman que sí, lo hay; unos dicen que la Biblia es la palabra de Dios, y otros dicen que es un cuento y un plagio; unos afirman que hay vida después de la muerte, otros dicen que no la hay.

Sin duda que algunos podrán pensar que Dios es el culpable de esta confusión, porque están confundidos. Dios ha hablado a los hombres, dejando la responsabilidad en el hombre de cuidar y enseñar estrictamente lo que él ha dicho. No obstante, el hombre interpreta, inventa y contradice a Dios, y en consecuencia cae en una situación de no entender, o encontrar la verdad de Dios.

La moral y las leyes de los pueblos son determinantes para guiar hacía una puerta y camino a los compueblanos. Lamentablemente, estos dos aspectos no siempre van de la mano  con la palabra de Dios, especialmente cuando no son pueblos teocráticos. Cuando esto es así, siempre habrá confusión. No se sabe si es un pueblo cristiano, o un pueblo secular. De ahí que, se debe definir si se está con Dios, o sin él.

Dios no es Dios de confusión, él ha sido claro. Todo lo que no está de acuerdo a su palabra es pecado. Por tanto, no da dos ni tres conceptos sobre lo mismo. Robar es pecado, como lo es fornicar y mentir. Si el hombre no ha querido sujetarse a lo dicho por él, sólo  hombre es responsable de sus pecados y sus consecuencias. No se puede esperar que Dios cambie, pues él es inmutable.

Dios creó el sol, y siempre ha sido sol; creo la luna, y siempre ha sido luna; creó las estrellas, y son estrellas. El hombre descubre lo que fue creado por Dios, pero no puede modificar ni cambiar el propósito de las cosas creadas por Dios. Si alguno se siente confundido, en cualesquiera de las cosas de Dios, que busque en sí, su desviación y que retorne al camino de Dios, antes de que llegue al juicio final.

Las desviaciones doctrinales y conductuales del hombre, están matizados por sus valores y conveniencias. Estas responden a sus culturas, leyes y filosofías. De ahí que, siempre se andan maquinando nuevas formas de vida, que alejan al hombre en relación a Dios. Esa vida equivocada y confusa, se puede observar en toda la historia de la humanidad, desde la esclavitud, al capitalismo; desde el mercantilismo hasta el socialismo y; qué decir del feudalismo al liberalismo.

Se requiere que el hombre como ser inteligente y capaz de adquirir sabiduría, vuelva a los anales correspondientes, para enderezar nuestro mundo que está perdido en la oscuridad conductual y de creencias. Sin duda que la luz (Jesucristo) vino al mundo para salvarnos de las tinieblas y darnos luz, convirtiendo al hombre en luz, para que ande en ella. Hay posibilidad aún de corregir lo deficiente, para el bienestar de todos.

jpm-am

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