Los estudios que revelan el por qué tenemos la sensación de que la vida cada vez pasa más rápido

¿Alguna vez has notado que los años parecen volar, y que el tiempo corre más rápido cuanto más envejecemos? Esta sensación no es solo una percepción subjetiva: la ciencia ha estado investigando por qué nuestro cerebro interpreta el paso del tiempo de esa manera, y ha encontrado explicaciones fascinantes sobre cómo funciona nuestra mente y percepción temporal.

La percepción del tiempo cambia con la edad

Una de las observaciones más comunes es que, al compararnos con nuestra infancia, los días, meses y años parecen acelerarse. Cuando somos niños, cada verano o acontecimiento importante puede sentirse eterno; sin embargo, al llegar a la adultez, los mismos periodos parecen reducirse drásticamente.

Los investigadores creen que este fenómeno está relacionado con cómo almacenamos recuerdos y con la proporción del tiempo vivido. Por ejemplo, para un niño de 5 años, un año representa un 20 % de toda su vida, mientras que para alguien de 50 años ese mismo año es solo un 2 % de su experiencia total. Esa diferencia en proporción hace que los eventos se sientan distintos en cuanto a duración. Cuanto más tiempo hemos vivido, menor es el impacto de cada nuevo tramo temporal en nuestro “mapa” mental del tiempo.

La novedad y la rutina influyen en nuestra percepción

Otra pieza clave es la relación entre la novedad de las experiencias y la percepción del tiempo. Cuando vivimos situaciones nuevas o emocionantes, nuestro cerebro tiende a registrar más detalles, lo que hace que esos recuerdos parezcan más largos y densos. Por eso, los viajes, primeras experiencias o momentos intensos llenan nuestra memoria de recuerdos y parecen “más largos” cuando los recordamos.

En cambio, cuando seguimos rutinas repetitivas, el cerebro no tiene tantos estímulos novedosos para procesar, y eso se traduce en una sensación de que el tiempo pasó volando. Un año lleno de días similares puede parecer que se desvaneció sin dejar una marca tan clara, porque nuestra mente almacenó menos puntos de referencia únicos.

El cerebro y la interpretación del tiempo

Nuestro cerebro no tiene un reloj interno como tal; lo que hace es interpretar patrones, marcar diferencias entre experiencias y construir una narrativa temporal a partir de las memorias. Cuando hay menos eventos diferenciados, la percepción de duración se acorta. Por el contrario, más variedad en la vida diaria genera una sensación de mayor duración retrospectiva.

Esto explica por qué muchas personas sienten que la vida “se acelera” con la edad: conforme acumulamos experiencias similares y menos momentos nuevos, nuestra percepción del paso del tiempo cambia. El tiempo sigue siendo el mismo en términos objetivos, pero nuestra interpretación interna varía.

Cómo “frenar” la sensación de que el tiempo vuela

Si quieres contrarrestar esa sensación de que la vida pasa demasiado rápido, hay algunas recomendaciones basadas en estos hallazgos:

– Busca actividades nuevas y diferentes que salgan de tu rutina habitual.
– Viaja a lugares desconocidos o explora tu ciudad desde otra perspectiva.
– Aprende habilidades nuevas o retoma pasatiempos que siempre quisiste probar.
– Presta atención consciente a los momentos importantes, en vez de “dejar que pasen”.

Estas prácticas generan más recuerdos únicos y ayudan a que tu cerebro tenga más puntos de referencia, lo que puede traducirse en una percepción más rica y “más lenta” del tiempo vivido.