Lo que ocurre en la comunidad de Los Negros, en Azua, es una afrenta abierta y descarada contra una población que ha sido históricamente olvidada. La instalación de las barcazas generadoras de electricidad no es un simple proyecto energético: es un abuso ambiental y social, ejecutado con la indiferencia de las autoridades y el sufrimiento diario de sus moradores.
Durante meses, la gente de Los Negros ha denunciado lo mismo: ruido insoportable, contaminación del aire, afectación del agua, daños a la pesca y vibraciones que amenazan sus viviendas. No son exageraciones. No son “percepciones”. Son realidades que golpean la salud, la economía y la tranquilidad de cientos de familias que no pidieron ni aprobaron esta carga tóxica.
La pregunta que flota es sencilla y brutal: ¿por qué se insiste en mantener estas barcazas en una zona donde están causando tanto daño? ¿Qué interés es tan poderoso como para ignorar las voces de una comunidad entera?.
Lo más indignante es la actitud de las instituciones llamadas a proteger el medioambiente y a defender los derechos ciudadanos. Las denuncias de los moradores se han encontrado con silencio, evasivas o justificaciones técnicas que jamás responden a la experiencia diaria de quienes viven a pocos metros de estos monstruos flotantes. Hay una indiferencia peligrosa y una falta de responsabilidad que raya en el desprecio.
Azua merece respeto
Sus comunidades merecen ser tratadas con dignidad. La gente de Los Negros no puede seguir viviendo entre ruido, humo y temor mientras el Estado se aferra a un proyecto que solo beneficia a unos pocos. Si una planta o barcaza no puede instalarse frente al Malecón o en zonas residenciales de élite, ¿por qué sí frente a una comunidad humilde? Esa es la pregunta que las autoridades no quieren responder.
Este abuso debe detenerse. No se trata de política, sino de derechos humanos y ambientales. La vida en Los Negros se está deteriorando, la desesperación crece y la confianza en las instituciones se desploma.
El Gobierno no puede seguir ignorando este clamor. Lo que se está cometiendo en Azua es inadmisible, inhumano y profundamente injusto. Ya es hora de corregirlo.
jpm-am
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