La situación actual del país es alarmante. La ambición de un sector político que prometió y no cumplió ha llevado a más de ocho millones de dominicanos a una realidad decepcionante. Los discursos del presidente Luis Abinader Corona se han convertido en retóricas incumplidas, dejando a la población con sueños convertidos en pesadillas.
La cita de Daniel Marques es pertinente: “No hay nada que podamos hacer contra la estupidez humana, es tan peligrosa como el poder que permite a los hombres estar por encima de los demás, aún sin tener el derecho de poseerlo”.
Es posible que Marques se refiera al mal manejo de los gobiernos, quienes fundamentan sus discursos en mentiras para confundir al electorado y justificar el robo en defensa de sus acreedores de fortunas ilícitas.
Los discursos de toma de posesión del presidente Abinader han sido calificados de “mentiras piadosas, confusas, abusivas, inmorales, fraudulentas y justificativas de casos dolosos”. La complicidad es el referente que refleja la ineficiencia del Poder Judicial y la Procuradora General de la República, Yeni Berenice Reynoso que con su cara de santa menosprecia la sociedad cuando se trata de aplicar la justicia con transparencia y en contra de funcionarios corruptos y ladrones.
Para que las políticas de desarrollo y estabilidad sean posibles, es necesario poner en marcha un plebiscito institucional con características y visión positivista, basado en las exigencias de la sociedad civil. La realidad de las protestas responde a la crítica situación del país. De seguro que, si se produce una revuelta social -y ese es el punto crítico al que nos están llevando-, el gobierno probablemente desplegará guardias y policías en las calles para responder con medidas represivas, pese a la descomposición en que han sumido al país.
El gobierno confunde a la población asegurando que ha generado miles de nuevos empleos directos y millones de dólares en inversiones, mientras la salud, la educación y los servicios básicos andan en precario estado. Las necesidades de la gente por el aumento constante en los artículos de la canasta familiar son cada vez más espeluznantes.
El Servicio Nacional de Salud (SENASA) ha sido objeto de saqueo, despilfarro y robo a través de negociaciones fraudulentas entre su principal gestor, las compañías de seguros, médicos y propietarios de farmacias, provocando una estafa que supera los $100 mil millones mientra los culpables se están lavando las manos como Pilato.
Los avances en materia económica del país, según el presidente Abinader, no se reflejan en la realidad. Los hospitales públicos han colapsado, el presupuesto para la salud está por debajo del 2% y la tasa de analfabetismo es la más alta de América Latina. ¿Por qué no se garantiza al pueblo mayor estabilidad en los servicios públicos?
Los recursos del Estado dominicano se están distribuyendo entre una minoría que tiene su albergue en el Comité Político del PRM. El pueblo se ha despertado y con pacifismo, autoridad y poder de convocatoria se ha levantado, mientras el gobierno prefiere callar antes que responder con positivismo a los reclamos de la gente.
La sociedad dominicana debe levantarse y responder contundentemente a esta mala administración. Debe apostar a la estabilidad y la eficiencia de los servicios públicos, y para lograrlo, es preciso tomar la sartén por el mango y el mango también. Los dominicanos no podemos esperar el fin de los restantes tres años de gobierno perremeista.
“En el silencio de la reflexión ausente, el corazón late con miedo y las decisiones se tiñen de incertidumbre y oscuridad”. Por la estabilidad del país, Luis Abinader debe renunciar, antes de que se produzca una revuelta nacional.
jpm-am
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