En torno al ojo por ojo, diente por diente

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

Los informes sobre la violencia en la sociedad provienen del Código de Hammurabi, que data de 1730 aC. Lleva en sí la primera huella de la ley del talión, que pretendía frenar la violencia y que consistía en aplicar al criminal la justa reciprocidad del delito cometido.

La violencia también estuvo omnipresente en la Edad Media. Se asegura que en la Edad Media “la violencia forma parte del medo de vida” los campesinos y los aldeanos. Los hombres son descritos como coléricos, impulsivos y peleones. No dudan en luchar y tomar las armas ante la menor provocación o incluso tomar la justicia en sus manos.

Este período también estuvo marcado por la aparición de numerosas bandas de bandidos que saquearon y arrasaron las casas de los habitantes. La Edad Media es un período conocido por la violencia de sus costumbres y prácticas. Los señores reinan supremos sobre sus dominios y compiten entre sí. La vida humana, especialmente la de siervos y campesinos, prácticamente no tenía valor.

Para ser un varón poderoso, era necesario poseer un vasto territorio y vasallos para reunir rápidamente un ejército. Esta violencia se ejemplificaba, en particular, con el derecho de proscripción o las guerras entre señores. La violencia feudal no es más que una cuestión de dominación de los más poderosos sobre los más humildes.

También se revela como una forma de regulación social y política entre los nobles. Los señores libran guerras por territorio, mujeres, derechos u honor. Sin embargo, estos conflictos se consideran legítimos y a menudo sinónimo de venganza. El derecho de prohibición es el derecho a mandar, obligar y castigar. Los habitantes no tienen derechos sobre la tierra del señor guerrero que los protege.

La prohibición es el poder de mando que posee el señor. Puede decidir imponer impuestos, quehaceres, castigar a cada vasallo o campesino El derecho de prohibición permite imponer numerosas restricciones a los habitantes. Se trata, por tanto, de una forma de violencia social ejercida sobre campesinos y siervos.

Después de un extenso trabajo realizado sobre archivos, historiadores lograron estimar que la tasa de homicidios en Inglaterra en el siglo XII era de alrededor de 20 por cada 100.000 habitantes, mientras que en 2010 era de 2,2 por cada 100.000 habitantes. Entre 1300 y 2000 hubo un largo período de descenso de la tasa de homicidios en Inglaterra. Esta tendencia también se observó en otros países europeos, incluida Francia, donde la tasa de homicidios alcanzó su mínimo histórico en 2010.

Los campesinos, pero también las iglesias y los monasterios, suelen ser las primeras víctimas de las bandas de comerciantes (las Grandes Compañías) o de bandidos. Viven con el temor de incursiones o ataques, de ahí la protección que les otorgan los señores en ciudades cada vez más fortificadas.

Los caminos no son seguros. Los salteadores de caminos gobiernan allí, robando a comerciantes, peregrinos y campesinos, y una población marginada, rechazada de la ciudad o desterrada del mundo rural, deambula, contribuyendo así a la sensación de inseguridad. Es por otra parte porque, al día siguiente de la guerra de Cien Años, la seguridad de las carreteras se convierte en un problema importante.

Para las autoridades reales. La pacificación del territorio, por tanto, comienza con el de las vías de circulación. Así, En la Edad Media, la violencia es considerada como banal, y a veces hasta estimulada por los colegas, en vista de “producir una ética viril en los campesinos, y sobre todo en los nobles, que tienen vocación a convertirse implacables guerreros “, como lo señala Robert Muchembled y así de formar hombres capaces de defenderse y de proteger los otros.

Aunque ritualizada, justificada por un código de honor y a menudo poco perseguida, esta violencia, que es esencialmente el asunto de los «jóvenes que se van a casar», será progresivamente enmarcada, canalizada y, en última instancia, menos tolerada, en el marco de un proceso de civilización de las costumbres, según Norbert Elias, pero también con la llegada de los regidores y sus juicios, según Robert Muchembled, del desarrollo del aparato represivo policial, según Maurice Cusson, sin olvidar el papel pacificador de la Iglesia o la aplicación de los castigos corporales públicos en el siglo XVI.

El declive de la violencia física se debe principalmente a la progresiva consolidación del Estado y a la transición de la justicia privada a un sistema judicial público, con el corolario de confiar al poder público el monopolio de la violencia legítima. Entre los siglos XVI y XIX, el poder abolir los ejércitos privados, adoptó leyes escritas, creó tribunales que hicieron la justicia cada vez más accesible y desarrolló organizaciones policiales y prisiones.

Los ciudadanos comenzaron a sentir la necesidad de buscar justicia. Con el tiempo, el Estado se convirtió en el único organismo con derecho a usar la fuerza. Así, el Estado, la autoridad pública, ha desempeñado un papel esencial en la pacificación de la moral. Además, actualmente, a pesar del revuelo en torno a la violencia, vivimos en el período menos violento de la historia. La violencia sigue presente, pero ahora es obra de una minoría de individuos.

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