Estudio revela que 85 % de las mujeres pospone su bienestar por priorizar a otros

SANTO DOMINGO.¿Por qué a tantas mujeres les cuesta disfrutar de sus logros sin sentirse en deuda? ¿Qué pasa cuando alcanzar el éxito se vive con culpa? Estas preguntas motivaron a la experta en trabajo social y enfoque de género, Cintia Drullard, a emprender una investigación que convirtió emociones “subjetivas” en datos con valor social.

El resultado fue el estudio “Culpa, cuidado y bienestar en mujeres trabajadoras con remuneración”, basado en una encuesta aplicada a 186 mujeres de distintos sectores y perfiles, con el objetivo de entender cómo experimentan hoy las mujeres el equilibrio entre su desarrollo profesional, las exigencias del cuidado y su bienestar emocional.

“Escuché relatos que se repetían. Mujeres brillantes, comprometidas, sintiéndose incómodas al mostrar orgullo por sus logros o justificando su éxito más que sus colegas hombres. Me pregunté: ¿por qué crecer profesionalmente se vive como una transgresión?”, comenta Drullard.

Aunque cada historia es única, los datos dibujan un patrón claro: la mayoría de las encuestadas —64 %— tiene entre 30 y 49 años. Ocho de cada diez son madres o cuidadoras, y casi todas trabajan actualmente de forma remunerada. Además, el 81 % cuenta con estudios universitarios o de posgrado. Se trata de mujeres preparadas, activas y comprometidas.

Sin embargo, esas credenciales conviven con una carga emocional invisible:

  • 74 % ha sentido culpa al dedicar tiempo a su desarrollo profesional.

  • 88 % ha priorizado necesidades familiares sobre su propio crecimiento.

  • 89 % intenta “compensar” su tiempo fuera de casa con esfuerzo adicional.

  • 78 % se siente incómoda al mostrar orgullo por sus logros.

“No es que las mujeres teman al éxito, lo que temen es al castigo simbólico que muchas veces lo acompaña. En una cultura que aún premia la entrega silenciosa, priorizarse se convierte en una batalla”, reflexiona la especialista.

Los mandatos de género siguen operando con fuerza. El 94 % de las encuestadas percibe que las mujeres enfrentan mayor presión para cuidar que los hombres, y el 71 % siente que debe justificar más su éxito profesional que sus colegas varones. Para muchas, avanzar no se celebra: se cuestiona.

El impacto no es solo emocional, sino estructural:

  • 48 % reconoce que el cuidado ha limitado su desarrollo profesional.

  • 85 % ha postergado su bienestar por priorizar a otros.

  • Solo 1 de cada 5 mujeres se prioriza con regularidad.

  • El 67 % dice no contar con una red de apoyo sólida, lo que refuerza la sensación de estar solas sosteniéndolo todo.

Aun así, no todo es resignación. Hay un deseo profundo de cambio. El 73 % de las mujeres expresó interés en participar en espacios de formación, apoyo y autocuidado, y el 69 % cree que es necesario hablar de la culpa asociada al éxito profesional. No buscan privilegios: buscan comprensión. Lugares donde aprender sin miedo, crecer sin sentirse en falta y descansar sin necesidad de justificarlo.

“El cambio no empieza con grandes discursos, sino con decisiones pequeñas, humanas y sostenidas: crear espacios de conversación, integrar el bienestar como parte del desarrollo profesional, reconocer logros sin sesgos, acompañar con formación que resignifique la culpa”, afirma Drullard.

Porque cuando una mujer crece sin culpa, crece también su entorno: su familia, su equipo, su comunidad… y también su empresa.

Sobre la autora del estudio:
Cintia Drullard es licenciada en Trabajo Social, especialista en Equidad de Género y Evaluación Educativa, conferencista y docente universitaria. Acompaña procesos de transformación social desde un enfoque de bienestar y derechos.