Herederos de Chávez conducen Revolución Bolivariana

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El autor es periodista y exdiputado. Reside en Barahona

La Revolución Bolivariana ha escrito, este 25 de mayo de 2025, una nueva página gloriosa en su historia. Frente a la amenaza persistente del neofascismo criollo y las injerencias extranjeras, el pueblo venezolano ha hablado con contundencia en las urnas, otorgando al chavismo una victoria arrolladora que reafirma el rumbo político iniciado por el Comandante Hugo Chávez.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), junto al Gran Polo Patriótico, ha obtenido el control de 23 de las 24 gobernaciones del país, logrando además el 82,68% de los votos en las listas nacionales del Parlamento. Esta mayoría calificada proyecta un nuevo ciclo de estabilidad institucional, soberanía y profundización del modelo socialista bolivariano. El mensaje es claro: el pueblo ha sepultado en paz y democracia al proyecto fascista de la ultraderecha y sus tutores en Washington.

Resistencia, liderazgo y legado

Desde la desaparición física de Hugo Chávez, los sectores más reaccionarios, tanto internos como externos, apostaron a la caída del chavismo. Aplicaron más de 900 medidas coercitivas unilaterales, impusieron bloqueos económicos y financieros, fomentaron golpes e intentaron asfixiar al país con campañas de desinformación. A esa agresión multifacética se sumó el drama de millones de venezolanos que se vieron forzados a emigrar, enfrentando el desarraigo y la exclusión en tierras extranjeras.

Pero el liderazgo colectivo del chavismo no se quebró. Nicolás Maduro y los cuadros formados por Chávez activaron la conciencia popular, fortalecieron las bases sociales de la revolución y construyeron alternativas para enfrentar el cerco. A través de acuerdos estratégicos con países aliados, mecanismos de comercio solidario, una diplomacia activa y políticas de distribución directa, Venezuela comenzó a salir de la oscuridad. A pesar de las dificultades, nunca claudicó en sus principios.

Un pueblo que venció el bloqueo

Los peores momentos de escasez, inflación e incertidumbre han sido superados con determinación. La economía venezolana muestra signos de recuperación sostenida. El Producto Interno Bruto ha crecido de forma constante, liderando el repunte regional, mientras que sectores clave como el petróleo, la agricultura y la industria comienzan a revitalizarse. Las Comunas y Consejos Comunales emergen como espacios dinámicos de organización y producción, garantizando participación y justicia social desde abajo.

El pueblo no olvida que estas conquistas se han logrado en resistencia activa frente a las amenazas imperiales. La incorporación de Venezuela al bloque BRICS y su rearticulación con organismos regionales como la CELAC y UNASUR consolidan su lugar en la nueva geopolítica del Sur Global. Este escenario multipolar abre caminos para romper la dependencia histórica y construir un desarrollo soberano, inclusivo y autodeterminado.

Victoria democrática contra el fascismo

La jornada electoral del 25 de mayo fue una fiesta de participación cívica. Más del 70% del padrón acudió a votar. El Consejo Nacional Electoral (CNE) realizó un proceso ejemplar, reconocido por observadores internacionales por su transparencia, celeridad y confiabilidad. El resultado no deja lugar a dudas: el pueblo respaldó, con pasión y conciencia, el rumbo bolivariano.

Solo el estado Cojedes quedó fuera del control del PSUV, con la reelección del opositor Alberto Galíndez, quien se desligó de los partidos tradicionales para formar su propia opción. En contraste, el desastre opositor no se puede atribuir únicamente a divisiones internas, sino al rechazo popular a un proyecto neoliberal, elitista y tutelado por intereses foráneos.

La elección de autoridades en la Guayana Esequiba fue otro hito: un acto de soberanía frente al colonialismo histórico británico y a las provocaciones recientes del gobierno guyanés apoyado por la ExxonMobil. El pueblo reafirma que el Esequibo es Venezuela, y lo hace con votos, no con cañones.

Corina Machado: epitafio de un colapso político

Corina Machado, quien hace apenas un año era presentada como la “última esperanza” de la oposición venezolana, ha quedado políticamente aniquilada. La ultraderecha que representa fue incapaz de conectar con las mayorías populares. Aislada de la realidad nacional, su estrategia basada en la confrontación violenta, el bloqueo económico y la subordinación a Washington se convirtió en su peor enemigo.

La lideresa de Vente Venezuela deberá enfrentar ahora no solo el desprecio de una población que la considera corresponsable del sufrimiento causado por las sanciones, sino también el ocaso de su proyecto político. Su “pacto de Miami”, sus amenazas de no reconocer los resultados si no le eran favorables, y su negativa a construir puentes con sectores democráticos de la oposición la condenaron al margen.

Su epitafio político está escrito por el propio pueblo que ayer votó por la paz, la soberanía y la revolución.

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