La basura espacial amenaza el futuro de las comunicaciones

A unos 800 kilómetros sobre la Tierra, la órbita baja se ha convertido en un enorme vertedero de chatarra espacial. Miles de fragmentos de cohetes y satélites viajan a velocidades tan altas que un simple tornillo podría destruir un satélite en funcionamiento.

Un nuevo estudio advierte que solo 50 objetos concentran la mitad del riesgo global de colisiones. Casi todos son cohetes soviéticos y chinos abandonados hace décadas, algunos de más de ocho toneladas. Si uno de ellos chocara, podría desatar una reacción en cadena conocida como el síndrome de Kessler, donde los restos generados provocarían nuevas colisiones, llenando la órbita de metralla incontrolable.

Aunque empresas como Astroscale ya demostraron que es posible limpiar el espacio, nadie quiere pagar la factura. El investigador Darren McKnight estima que retirar los diez objetos más peligrosos reduciría el riesgo en un 30 %, pero cada año se agregan nuevos desechos, especialmente por lanzamientos de China y Rusia.

Mientras tanto, la órbita se llena: solo Starlink tiene más de seis mil satélites activos, aumentando las posibilidades de un desastre que podría afectar servicios esenciales como la comunicación, la navegación y la observación del clima.

Los expertos urgen a crear un sistema internacional de control del tráfico espacial, antes de que sea demasiado tarde. Sin acción inmediata, el progreso tecnológico podría quedar atrapado bajo una nube de basura que nosotros mismos dejamos girando sobre nuestras cabezas.