Navidad en tiempos difíciles: esperanza, responsabilidad y país (OPINIÓN)

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Temístocles Montás.

La humanidad arriba a la Navidad y al final del año en un contexto caracterizado por la incertidumbre. Eventos impredecibles como cambios geopolíticos, conflictos económicos, comerciales, militares, desafíos sociales, entre otros, generan ansiedad, estrés e indecisión, tanto a nivel individual como colectivo.

Este año 2025 ha sido especialmente difícil para la República Dominicana. De ser una economía puntera en América Latina y el Caribe, pasaremos a ocupar una de las posiciones más bajas en términos de crecimiento. La reducción del consumo familiar ha sido evidente, la inversión ha perdido dinamismo y el costo de la vida ha golpeado con más intensidad que en años anteriores. A esto se han sumado tensiones políticas, evidencias preocupantes de profundización de la penetración del narcotráfico en estructuras del gobierno, tragedias humanas dolorosas y episodios de confrontación entre autoridades y comunidades, que han contribuido a generar un clima de incertidumbre y desasosiego.

Los recientes datos sobre desigualdad, aportados por el World Inequality Database, que sitúan a la República Dominicana entre las economías más desiguales del mundo, refuerzan la urgencia de aspirar a un país más justo, donde el progreso toque las puertas de todos.

Sin embargo, estamos en navidad, un periodo propicio para mirar los desafíos nacionales con sinceridad, pero también con confianza en nuestra capacidad de superarlos. Este país ha enfrentado crisis bancarias, ciclones, pandemias, choques externos y momentos de inestabilidad política, y siempre —sin excepción— ha encontrado el camino de regreso hacia la estabilidad, el crecimiento y la mejora de las condiciones de vida.

En medio de las dificultades, la Navidad nos invita a recordar que las familias dominicanas poseen una extraordinaria capacidad de recuperación. Cada día salen adelante con trabajo, creatividad y empeño. La sociedad dominicana ha demostrado que sabe defender la democracia, exigir transparencia y reclamar mejores instituciones. Y, lo más importante, sigue existiendo en nuestro país un enorme potencial económico, humano y social capaz de reactivar los motores del desarrollo si orientamos bien nuestras prioridades.

Cuando las familias se reúnen en estas fechas para celebrar, compartir y agradecer, es esencial reconocer que somos un país que, aun en medio de desafíos profundos, nunca pierde la capacidad de levantarse, de unir esfuerzos y de mirar hacia adelante con fe y determinación.

La Navidad debe recordarnos que las dificultades no nos quiebran, nos desafían, nos unen y nos impulsan a mejorar. Como nación, hemos sabido superar crisis, reconstruir nuestra economía, abrir nuevos horizontes productivos y fortalecer nuestras instituciones.

Asumamos, entonces, este periodo navideño como un recordatorio de que siempre es posible recomenzar. Que el año nuevo sea la oportunidad para trazar un rumbo renovado, un país más justo, más seguro, más solidario y más próspero.

El 2025 que concluye nos deja lecciones claras. Necesitamos un modelo de crecimiento que incluya más a la gente; necesitamos fortalecer el Estado de derecho; necesitamos proteger a las comunidades y reconstruir la confianza entre ciudadanía e instituciones. Nada de esto es imposible. En gran medida, todo depende de la voluntad colectiva.

Aprovechemos este final de año para renovar un compromiso nacional: construir un país donde el trabajo sea mejor recompensado, donde las familias puedan vivir con mayor tranquilidad, donde las oportunidades se multipliquen y donde cada niño y cada joven puedan soñar sin límites. El porvenir no está escrito, se escribe con decisiones, valentía y unidad.

Que esta Navidad y el inicio del nuevo año profundicen la convicción de que la República Dominicana tiene todo para avanzar más lejos, para crecer con más justicia y para asegurar que el bienestar llegue a cada hogar.

En un contexto internacional en el que el mundo parece incierto, la mayor fortaleza del pueblo dominicano sigue siendo su espíritu, su alegría, su solidaridad y su capacidad de transformar la esperanza en acción. Ese espíritu es el que, año tras año, nos permite proponernos nuevas metas y construir un país mejor.

Que esta Navidad nos encuentre con serenidad y con esperanza.

Y que en cada familia reine la paz, la salud y la ilusión renovada.

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