Cuando se trata de temas de libros, vestuarios, películas, discursos, escenarios y casi todas las cosas, siempre, bueno, desde que tengo uso de razón, he escuchado que “segundas partes no son buenas o nunca fueron buenas”.
Es un decir; y ya me he acostumbrado a diferenciar, comparar y evaluar cada vez que se producen esas “segundas ocasiones” sobre lo que se considera igual o más de lo mismo.
La semana pasada escribí unos párrafos referentes a la contradicción interna en el Gobierno sobre su política migratoria. Sucede que en esa primera entrega aún no se había producido la reunión del presidente Luis Abinader y los exmandatarios Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina; y, mucho menos, el jefe de Estado no había anunciado, como lo hizo en LA Semanal, cuando fue preguntado al respecto de un nuevo Plan de Regularización de Extranjeros, que dejaba “eso” en manos del Consejo Económico y Social (CES).
Iré por parte, y no quisiera retomar el anuncio del vocero de la Presidencia, Homero Figueroa, del pasado lunes 5 de este mes de mayo, cuando informó, con bombos y platillos, que “el Gobierno no contemplaba otro Plan Nacional de Regularización de Extranjeros. Sin embargo, al parecer, “es inevitable”, y Paulo Coelho afirma que lo “inevitable siempre sucede”.
El pasado lunes, otra vez lunes, en el encuentro periodístico que se produce ese día con la prensa en el Palacio Nacional, Abinader manifestó que el CES, según deduzco, dirá: “si conviene o no que el Gobierno se dirija a realizar un nuevo Plan de Regularización como lo hizo la administración de Danilo Medina tras la Sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional».
Mientras se espera la propuesta del CES, en la que también participarán Abinader y los exmandatarios, el sector de la construcción ya se les adelantó y solicitó se le otorguen unas 87 mil visas de trabajo para igual número de extranjeros. Lo que en idioma dominicano quiere decir: “déjanos los indocumentados que laboran con nosotros”, o, “no te metas con los ilegales de la construcción”.
El CES aún no se reúne y, por tanto, nada hay definido sobre lo que podría hacer el Poder Ejecutivo en el orden migratorio que, aunque continúa con las deportaciones de indocumentados de forma masiva, el empresariado le ha bajado el pulso, lo que califico de “hecho lamentable”. Igual lamento me produce que el Tribunal Constitucional haya otorgado la “nacionalidad dominicana” a unos 32 ilegales, recientemente.
En papeles
El Muro Fronterizo, los discursos del presidente Abinader en el exterior, las acciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, el anuncio de las deportaciones masivas y aquellas 15 medidas, todo en busca de detener la creciente inmigración de haitianos a territorio dominicano, simplemente “han quedado en papeles”, “en el recuerdo”, en archivos de periodistas y periódicos que, a través de sus líneas, reescribieron “El gran pesimismo dominicano” al contemplar, con dolor, “que la dominicanidad se va de las manos”.
La esperanza del pueblo dominicano, su sobrevivencia como nación estaba echada. Era, asumo, un motivo de aumento de la popularidad de Abinader en este su segundo y último periodo gubernamental el ponerle cara a la creciente y descontrolada entrada de ilegales a la República Dominicana.
A todas luces, sin búsqueda de exagerar, el pueblo dominicano, su futuro y el sacrificio de los fundadores de nuestra patria, han quedado en manos de dos o tres que le tienen más amor al dinero y a su bienestar que a la permanencia de una nación que nació bajo las palabras sacrosantas: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
En el encuentro con los exmandatarios, gracias a Dios que fue miércoles, el presidente Abinader no dijo lo que días antes había dicho que les iba a decir, bueno, a decir por los “cuatro puntos tratados” en dicha reunión efectuada en el Ministerio de Defensa con el objetivo de construir una postura unitaria frente a la creciente crisis en Haití y su impacto en la seguridad nacional, la economía y la estabilidad de la República Dominicana.
De tal diálogo, Abinader – expresidentes, surgieron cuatro acuerdos fundamentales, dados a conocer también por Homero, a quien no tengo el gusto de conocer personalmente, pero si me deleitaba con sus editoriales en el desaparecido diario gratuito “Metro”.
Entre los temas tratados figuran: Creación de espacios de trabajo conjunto entre el Gobierno y los expresidentes para definir una política nacional coherente frente a Haití.
Convocatoria del Consejo Económico y Social (CES), al que asistirán el presidente y los tres expresidentes para debatir y consensuar propuestas concretas.
Entrega de informes periódicos a los exmandatarios sobre el estado de la seguridad nacional vinculada a la situación haitiana, y el impulso de una política exterior unificada, articulada a través de reuniones bilaterales entre el presidente y los expresidentes.
Siento que no fue novedad, a juzgar porque en el pasado Gobierno de Abinader, 2020-2024, esos asuntos fueron debatidos. Hubo firmas de políticos aliados, otros no tan aliados, empresarios, personalidades, entre diferentes sectores que fueron llamados a Palacio a firmar documentos que, sin penas ni glorias, son poses de una Política migratoria de un Gobierno en constante contradicción.
jpm-am
Compártelo en tus redes: