En los últimos años, la conversación sobre la soberanía de los recursos naturales ha cobrado nueva fuerza en América Latina. La República Dominicana no escapa a ese debate: poseemos yacimientos estratégicos de oro, níquel, cobre, caliza, mármol, litio y tierras raras que, de gestionarse con visión de Estado, podrían representar un salto histórico hacia la independencia económica.
Pero la gran pregunta persiste: ¿tenemos la capacidad de contratar tecnología, invertir y convertirnos en dueños reales de nuestros recursos mineros?
Dependencia tecnológica y modelo extractivo
El país ha mantenido por décadas un esquema dependiente de empresas extranjeras que aportan el capital, la tecnología y la gestión de los proyectos mineros. En ese modelo, el Estado recibe regalías, impuestos y participaciones limitadas, mientras los beneficios mayores se exportan. Esa dependencia tecnológica —sobre todo en extracción y procesamiento— ha sido el argumento que perpetúa la idea de que la minería nacional solo es viable si es dirigida por corporaciones internacionales.
Sin embargo, esa narrativa empieza a ser cuestionada. Países de menor tamaño y con economías emergentes han demostrado que es posible asociarse con tecnología extranjera sin perder la soberanía sobre los recursos. El secreto está en la formación técnica, la inversión pública y la voluntad política de crear empresas mixtas que aprendan y, con el tiempo, dominen el proceso productivo.
Capacidad financiera y planificación estratégica
La República Dominicana no carece de recursos financieros; carece de prioridad estratégica. Los ingresos por turismo, zonas francas y remesas podrían alimentar un fondo soberano destinado a invertir en tecnología minera, exploración geológica y capacitación. Con una gestión transparente y visión de largo plazo, ese fondo permitiría al país participar como accionista mayoritario en proyectos que hoy solo observa desde la barrera.
El capital humano también existe: ingenieros, geólogos y técnicos dominicanos formados en universidades locales e internacionales. Lo que falta es la decisión política de integrarlos en un plan nacional de desarrollo minero con soberanía tecnológica.
Propiedad y soberanía sobre los recursos
Ser dueño de los recursos no se trata solo de tener títulos mineros; significa controlar la cadena de valor, desde la exploración hasta la comercialización. Hoy, la República Dominicana sigue siendo un país exportador de materia prima y comprador de productos derivados. Para revertir esa lógica se requiere visión industrial: plantas de fundición, centros de investigación mineralógica y políticas de valor agregado.
La soberanía minera es posible si el Estado asume el papel de inversor estratégico y regulador inteligente, no de simple observador o recaudador.
Conclusión
Sí, la República Dominicana tiene la capacidad potencial de contratar tecnología, invertir y ser dueña de sus recursos mineros estratégicos. Lo que necesita es voluntad política, planificación técnica y transparencia institucional. Si el país logra articular estos tres pilares, dejará de ser espectador y pasará a ser protagonista de su riqueza natural.
En la Era de la transición energética global, los recursos mineros ya no son solo riqueza subterránea; son poder geopolítico. Y la República Dominicana tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de ejercerlo con visión y soberanía.
jpm-am
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