Secretos, conflictos y verdades que nadie te cuenta de la frontera dominicana

Llegar a la frontera entre República Dominicana y Haití es como acercarse a un mundo lleno de historia, cultura y vida cotidiana intensa. En esta experiencia, el pueblo de Dajabón se convierte en el epicentro para conocer una zona que va más allá del simple límite geográfico, revelando tradiciones, emprendimientos y la convivencia diaria entre dos naciones hermanas.

Una forma original de explorar esta zona es a través de un recorrido en buggies, una iniciativa local llamada “Bobi Frontera Adventure”, creada por una pareja cuyos orígenes se remontan al primer asentamiento japonés en el país, establecido en 1956. Estos buggies permiten recorrer la frontera mientras se conoce la dinámica de los mercados, el histórico cementerio japonés y se participa en festivales gastronómicos que acercan aún más a la cultura japonesa con la dominicana.

Durante el recorrido, se visita la plaza patriótica Juan Pablo Duarte, situada justo en el punto 17 de la demarcación fronteriza. Allí se puede observar cómo el río Masacre divide ambas naciones, mientras a pocos metros se encuentran puestos militares y aduanales donde se realiza el control migratorio. Es un lugar cargado de simbolismo y de vida, pues justo al lado funciona un mercado bilateral donde dominicanos y haitianos comercian productos básicos, ropa, alimentos y más, en un ambiente vibrante y lleno de movimiento.

Este comercio es vital para la economía de ambos lados, especialmente para muchos haitianos que dependen de estas actividades para su sustento. A lo largo del mercado se encuentra de todo: desde medicinas y cosméticos, hasta alimentos y bebidas locales como la cerveza Prestige, un producto emblemático de la zona. Aunque hay desafíos como las condiciones sanitarias de algunos productos, el mercado refleja la realidad y la necesidad que viven estas comunidades.

Continuando el recorrido por la línea fronteriza se puede apreciar la presencia militar que vela por la seguridad, así como el parque industrial Codevi, un ejemplo de desarrollo que emplea a miles de trabajadores, incluidos muchos haitianos. Este modelo industrial representa una esperanza y una alternativa para mejorar la calidad de vida de la población en la frontera, ofreciendo empleo cercano y ayudando a reducir la migración irregular.

Además, la región cuenta con proyectos ecológicos y áreas verdes que sorprenden por su belleza y contribución al medio ambiente, incluyendo sembradíos poco comunes como plantas de coco que añaden color y vida al paisaje fronterizo.

Conocer esta frontera no es solo recorrer un muro o una línea divisoria; es descubrir historias, retos y esperanzas compartidas, entender que el corazón de una nación también late en sus límites, y que amar un país implica conocer su frontera y a su gente.