
Durante años, la llegada del 5G fue presentada como la revolución que transformaría nuestras vidas. Nos vendieron más que una simple mejora en la velocidad de nuestros teléfonos: nos prometieron un mundo nuevo. Cirugías remotas, vehículos autónomos, ciudades inteligentes, refrigeradores hiperconectados… todo parecía al alcance de un clic gracias a esta quinta generación de redes móviles. Pero con el paso del tiempo, una pregunta comienza a resonar con más fuerza: ¿nos engañaron?
¿Qué salió mal con el 5G?
Cuando se lanzó el 5G, sus defensores aseguraban que no solo mejoraría el internet móvil, sino que permitiría desarrollos tecnológicos impensables. Sin embargo, muchas de esas promesas resultaron exageradas o directamente irreales. Por ejemplo, aunque la idea de una cirugía remota sonaba impactante, la realidad es que para operar a distancia se necesitan muchas más condiciones que una conexión rápida: un entorno quirúrgico adecuado, anestesiólogos presentes y protocolos médicos seguros. Y en un hospital, una conexión por cable sigue siendo más confiable que cualquier red móvil.