Pasó el Día Mundial del Medio Ambiente, el cual como todos los años se celebra cada 5 de junio; y este vino como de costumbre, con una agenda cargada de múltiples actividades institucionales, informativas, educativas, sociales, con retóricas por doquier llenas de buenas intenciones y promesas esperanzadoras; claro está, con la insistencia como común denominador, de tomar medidas ante tantos desafíos y alcanzar soluciones que puedan revertir los impactos negativos por las diversas actividades humanas que obran en un desequilibrio extremo y destructivo.
Por lo tanto, este día no debe ser un simple cántaro que resuene por un breve tiempo; tampoco debe ser un mero enunciado con una intención mediática superficial que se esfuma o pierde relevancia. Esta fecha debe ser un propósito que se extienda en las llanuras de la conciencia humana, que ayude a transformar comportamientos y a generar cambios reales que beneficien progresivamente la naturaleza. Es que el fin de este proceso debe ser sólido y continuo, que busque ir más allá de un solo día, porque un día no basta para lograr la plenitud de un ambiente sano.
Por ende, no basta solo el Dia del Medio Ambiente para ser aprovechado en la difusión de flyers, pósters o gráficos en las distintas redes sociales o videos de mensajes ambientales bonitos por parte de personas e instituciones; esto no significa que sea negativo, de ninguna manera; pero estos gestos o acciones no deben ser una vaga parada de atención con efectos virtuales y efímeros, que se lleven pronto al campo del olvido, sin cambios significativos.
Entender pues, que toda promoción o difusión por esta causa, involucra esfuerzos continuos, firmes, diversos y debe centrarse en comunicar la importancia vital de la sanidad ambiental al tiempo de fomentar acciones para cuidarla y protegerla.
Esta celebración no es solo para embadurnarse con lamentaciones o intenciones huecas, estas no son suficientes para proteger el medio ambiente. Se necesitan medidas concretas enmarcadas en acciones pequeñas y grandes que marquen la diferencia. Este es el momento de actuar para preservar el medio ambiente y los recursos naturales en la República Dominicana.
Esta jornada es una oportunidad para poner el oído siempre en el corazón del medio ambiente y los recursos naturales, escuchar con esmero sus latidos sufrientes; ver que los ríos moribundos nos quieren decir, notar que expresan los bosques cada vez más degradados, percibir que dicen las desprotegidas áreas protegidas, advertir el llanto mortem de las especies endémicas; las cuales se extinguen sin que se aprecie el valor de la biodiversidad; entre otras crudas realidades, que de no atenderse con un abordaje efectivo, tendremos en lo próximo lamentablemente una “Quisqueya agotada y que no lo tendrá todo”.
En consecuencia, este llamado mundial es una oportunidad dichosa en favor al respeto a la vida; ya que cualquier alteración al medio ambiente es una alteración a nuestra propia vida. En ese orden urge reflexionar o examinar de manera individual y colectiva que se ha hecho hasta el momento y si vamos en el camino correcto; para entonces establecer compromisos sinceros y conscientes de lo que empezaremos a realizar para construir una nación con un futuro ambiental más saludable y duradero.
Definitivamente, comprender que si se quiere cambiar esta realidad ambiental con la que no se está satisfecho o que simplemente se piensa que no está bien, entonces se debe pasar a la acción. No se puede dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Es tiempo de elegir ser parte de la solución, no del problema.
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