Por LUIS CASTILLO
En un país donde miles de familias no pueden comprar los medicamentos que les permiten sobrevivir, donde un anciano se ve obligado a escoger entre comer o pagar la receta médica, resulta simplemente indignante que un teniente coronel, acusado de corrupción y de haberse beneficiado con recursos públicos, pueda devolver más de mil millones de pesos y seguir caminand libremente sin una condena.
El caso del teniente coronel Erasmo Roger Pérez Núñez, vinculado al expediente Coral 5G, es la imagen viva de una justicia que parece premiar al corrupto mientras castiga al débil. Este oficial, señalado como uno de los operadores de una red que habría desviado fondos del Estado, devolvió al Ministerio Público bienes valorados en más de RD$1,000 millones.
¿Y cuál fue la consecuencia?
Ninguna condena. Ninguna sanción ejemplar.
Al contrario, le variaron la prisión domiciliaria por una simple garantía económica de 500 mil pesos. Es decir, una persona imputada de malversar fortunas millonarias sale prácticamente por la puerta grande, pagando menos que lo que cuesta un carro usado.
¿Cómo puede el pueblo dominicano confiar en un sistema así?. ¿Qué mensaje se le envía a la sociedad cuando el crimen de cuello blanco se negocia y la corrupción se trata como una falta administrativa menor?
Mientras tanto, un joven que roba para comer o una madre que no puede pagar una multa pasan meses en la cárcel.
Este tipo de decisiones judiciales no solo hiere el sentido común, sino que destruye la fe en las instituciones. La justicia dominicana no puede seguir siendo un mercado donde los poderosos compran su libertad con bienes malhabidos.
Porque cuando un militar devuelve mil millones de pesos, lo que está admitiendo —sin palabras— es que los robó.
Y si el sistema lo deja libre, entonces lo que el pueblo entiende es que robar vale la pena.
Señores jueces, procuradores, magistrados: el país ha llegado a su límite.
No hay paciencia, no hay confianza, no hay esperanza cuando la justicia se aplica con guantes de seda para unos y con puño de hierro para otros.
La República Dominicana no necesita pactos con los corruptos, necesita sentencias ejemplares, necesita vergüenza pública, necesita que la ley tenga el mismo peso para todos.
Mientras miles de dominicanos enfermos carecen de sus medicinas, ver a un oficial devolver mil millones sin consecuencias es una burla, una provocación y una afrenta al sacrificio de la gente honesta.
Si seguimos premiando al corrupto, no habrá futuro posible. La justicia tiene que elegir: o está con el pueblo, o está con los ladrones.
of-am
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