En esta coyuntura, es importante destacar con tiempo cuál sería la novedad para las elecciones del 2028, en candidaturas nacionales. La única que se vislumbra es que una mujer ascienda a la Presidencia.
Todo lo otro luce como más de lo mismo. Es evidente que hay dos damas con esa posibilidad: la vicepresidenta Raquel Peña y la alcaldesa del DN, Carolina Mejía.
La primera tiene las ventajas de una buena imagen pública y el apoyo del poder del Estado (aparenta ser la candidata del presidente Abinader y sus ministros con más recursos), pero carece de arraigo en el Partido Revolucionario Moderno. La segunda, en cambio, tiene ese elemento fuerte como secretaria general del PRM; además de su imagen pública.
Sin embargo, C. Mejía necesitaría un empuje externo para ganar cómodamente la candidatura (como lo obtuvo Abinader con la marcha verde) y enfrentarse al candidato opositor más fuerte.
Le haría falta, entre otros elementos: 1) presentarse ante el electorado como la candidata de todas las mujeres, por encima de los partidos; 2) crear una corriente de opinión que convenza de que el triunfo de una mujer sería un extraordinario avance político, social y cultural; 3) le ayudaría estimular la formación de comités de mujeres independientes, al margen del PRM; 4) presentar otras propuestas sociales atractivas para jóvenes y adultos; 5) y, en el momento oportuno, le favorecería firmar pactos con otros precandidatos antes de llegar a la convención del PRM (algo parecido a lo hecho por Hipólito Mejía con Milagros Ortiz Bosch y Hatuey Decamps).

Si lograra reunir esos elementos a su favor, podría enfrentarse con éxito a David Collado y Raquel Peña, en el PRM; y a Leonel Fernández por FP-PLD. Suponiendo que este gobierno no termine demasiado mal y el PRM no se fraccione mucho…
Minoritarios
Tres organizaciones de izquierda (Opción Democrática, Frente Amplio y Patria para Tod@s) participaron con candidat@s presidenciales en las pasadas elecciones (2024), obteniendo pobres resultados. Por supuesto, era complicado apoyar la reelección de Abinader o a Fernández en esos comicios. Pensando con tiempo en propuestas hacia el 2028, lo más sensato parece ser no presentar candidaturas presidenciales y concentrarse en obtener unos cuantos diputad@s, regidor@s que constituyan bloques en la cámara baja y cabildos, donde puedan realizar una buena labor que se proyecte hacia el futuro.
Eso no excluye que esas organizaciones participen en manifestaciones sociales por objetivos específicos; como se hizo en los 80, en especial el Frente de la Izquierda Dominicana, tras la revuelta popular de abril del 84 contra el gobierno de Jorge Blanco.
Lo más importante es tener clara, con tiempo, la opción política que podría significar un avance social, aunque sea limitado; evitando un estancamiento o retroceso.
Esto significa asimilar bien la experiencia de 1986, cuando, después de muchos enfrentamientos y contribuir a desgastar aquel gobierno, el resultado fue el retorno de Balaguer con todas sus consecuencias, especialmente acentuación de la corrupción y fraudes electorales.
Sería inteligente no repetir esa experiencia y lograr en el 2028 algún avance político.
jpm-am
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