Proyecciones de la CEPAL para 2025 en RD

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La autora es investigadora y analista de políticas públicas. Reside en Santo Domingo

POR EMELYN HERASME 

El anuncio de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos ha desatado una ola de incertidumbre global, como si la economía mundial jugara al filo de una navaja. La CEPAL revisó a la baja su proyección de crecimiento para América Latina y el Caribe, estimando un modesto 2,0% para 2025.

Para República Dominicana, la proyección de crecimiento pasa de 5,2% en 2024 a 4,5% en 2025, una leve caída de 0,1 puntos respecto al Balance Preliminar de diciembre de 2024.

A pesar de las señales de desaceleración que la CEPAL ha presentado el día de ayer, República Dominicana puede aprovechar su resiliencia histórica y su posición estratégica para mitigar los retos externos, siempre que adopte políticas proactivas de inversión y diversificación productiva.

El término “crecimiento” proviene del latín crescere, que alude a un aumento sostenido y natural. Nuestra historia económica sigue ese mismo pulso: desde la bonanza azucarera del siglo XIX hasta la diversificación hacia turismo y las zonas francas de las últimas décadas.

Vientos en contra

Según la CEPAL, el crecimiento proyectado de 4,5% para 2025 muestra una economía que, aunque sólida en comparación a sus pares caribeños, no está exenta de los vientos en contra globales. La dependencia del turismo y las exportaciones a EE.UU. expone al país a la volatilidad derivada de los aranceles y la desaceleración del comercio global, manifestada por la revisión a la baja del crecimiento de EE.UU. al 1,8%.

No obstante, no todo es fatalidad. La economía dominicana ha demostrado una capacidad notable para adaptarse, como lo hizo tras la crisis financiera de 2008, cuando el turismo y las remesas actuaron como amortiguadores. Hoy, la CEPAL indica que el consumo privado seguirá siendo un pilar del crecimiento, aunque será a un ritmo más lento. Sin embargo, la inversión, que es clave para sostener el dinamismo, está en riesgo por la incertidumbre global.

Un contraargumento podría señalar que la estabilidad macroeconómica del país, con sólidas reservas internacionales, basta para capear el temporal. Pero esta visión peca de cortoplacista: sin una apuesta decidida por sectores como la tecnología y la agroindustria, el crecimiento seguirá siendo vulnerable a shocks externos.

La CEPAL hace votos por políticas de desarrollo productivo que prioricen la inversión en capital físico y humano. Aplicado a nuestra realidad, esto implica ir más allá del “business as usual”. Por ejemplo, fortalecer los clústeres turísticos con tecnología sostenible o diversificar las zonas francas hacia manufactura de alto valor añadido podría blindar la economía. La etimología de “inversión” (investire, vestir o cubrir) nos recuerda que se trata de dotar al país de una armadura económica.

La alternativa —quedarse de brazos cruzados— condena a la región a la trampa del bajo crecimiento que la CEPAL denuncia, un círculo vicioso que ya lleva una década.

Siendo así, la República Dominicana no debe conformarse con ser un alumno destacado en un aula de bajo rendimiento. Cuestionemos la idea de que el crecimiento económico es un mero número; es, en esencia, la capacidad de transformar vidas. El norte siempre tiene que ser la justicia social.

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