Religión como estrategia de Estado

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El autor es comunicador. Reside en Nueva York

POR LUIS M. GUZMAN 

El sionismo cristiano es una corriente teológica y política que sostiene que el regreso de los judíos a la Tierra Prometida es un cumplimiento profético necesario para el retorno de Jesucristo. Aunque sus raíces doctrinales se remontan a la Reforma protestante, tomó fuerza en el siglo XIX con el auge del dispensacionalismo, especialmente en países de tradición anglosajona como el Reino Unido y los Estados Unidos. Este movimiento ha evolucionado de una visión teológica a una influencia palpable en la política exterior estadounidense.

Durante el siglo XIX, figuras como John Nelson Darby, líder de los Hermanos de Plymouth, promovieron la idea de que los eventos bíblicos debían interpretarse literalmente. Según esta visión, el retorno de los judíos a Palestina era esencial para la consumación de los tiempos.

Esta doctrina fue luego exportada a Estados Unidos, donde encontró terreno fértil entre los evangélicos conservadores, particularmente en el sur del país. El auge de las cruzadas evangelísticas y los medios de comunicación cristianos expandieron esa narrativa a millones.

Ya en el siglo XX, el movimiento sionista cristiano se consolidó a través de predicadores influyentes como Hal Lindsey, autor de The Late Great Planet Earth (1970), que vendió millones de copias. En esta obra se afirmaba que los eventos de Medio Oriente eran señales del Apocalipsis. Paralelamente, la fundación del Estado de Israel en 1948 fue interpretada por estos grupos como una señal divina del cumplimiento profético, reforzando la idea de que debía apoyarse incondicionalmente a Israel.

El surgimiento de la derecha cristiana en la política estadounidense en los años 80, encabezada por figuras como Jerry Falwell y Pat Robertson, trajo el sionismo cristiano al centro del poder. El grupo Moral Majority y más adelante Christians United for Israel (CUFI), encabezado por el pastor John Hagee, fueron cruciales para institucionalizar esta creencia. Estos movimientos influyen en el Congreso, presionan sobre decisiones diplomáticas y movilizan millones de votos conservadores.

Sionismo cristiano

El sionismo cristiano ha distorsionado la política exterior de Estados Unidos al convertir el apoyo a Israel en un acto de obediencia religiosa, no sólo de conveniencia geopolítica. Esto ha llevado a decisiones polémicas, como el reconocimiento de Jerusalén como capital en 2017 por parte del presidente de Estados Unidos, en abierta contradicción con resoluciones de la ONU. Esta decisión fue celebrada por los sionistas cristianos como un acto mesiánico, aunque fue duramente criticada en el ámbito internacional.

El apoyo evangélico a Israel no necesariamente implica simpatía hacia el judaísmo o el pueblo judío. Paradójicamente, muchas de estas teologías sostienen que, al final de los tiempos, los judíos deben convertirse al cristianismo o enfrentar la condenación.

Así, el apoyo es instrumental y condicionado al cumplimiento de una narrativa escatológica. Este cinismo doctrinal ha sido duramente criticado tanto por judíos progresistas como por teólogos cristianos críticos.

Los evangélicos representan cerca del 25% del electorado estadounidense, y más del 70% de ellos cree que Israel cumple un papel esencial en las profecías bíblicas. Su peso político es decisivo, sobre todo en estados bisagra como Florida y Texas.

Por eso, muchos políticos republicanos (y algunos demócratas) adoptan posturas proisraelíes para mantener el favor de este bloque electoral, independientemente del respeto al derecho internacional o los derechos humanos palestinos.

La narrativa del sionismo cristiano también ha penetrado en Hollywood, la industria editorial y la televisión evangélica, contribuyendo a reforzar el imaginario de un Israel bíblico idealizado. Programas como The 700 Club o redes como TBN promueven constantemente esta visión, muchas veces sin matices históricos o políticos.

Esto genera una cultura de apoyo acrítico a Israel entre millones de cristianos estadounidenses que nunca han visitado Medio Oriente ni conocen sus complejidades.

La consecuencia más grave de esta ideología es la deshumanización del pueblo palestino, percibido como un obstáculo para la redención final. Bajo esta visión, la ocupación, el apartheid, la violencia contra civiles y la actual matanza de la población en la guerra que se libra, son justificados como parte del “plan divino”. Esto ha contribuido a neutralizar la presión interna por una política más equilibrada en el conflicto israelí-palestino, pese a que organizaciones de derechos humanos y la ONU han denunciado múltiples abusos cometidos por Israel.

A pesar de ello, ha surgido una creciente resistencia dentro del cristianismo estadounidense. Movimientos como Evangelicals for JusticeKairos USA y varias iglesias protestantes liberales han denunciado el sionismo cristiano como una distorsión del evangelio. Estas voces exigen una teología basada en la justicia, la paz y la dignidad de todos los pueblos, incluyendo palestinos y judíos. Aunque aún minoritarios, estos movimientos están en expansión y cada vez más presentes en el debate público.

En la actualidad, el sionismo cristiano es una fuerza viva y poderosa, con influencia directa sobre la Casa Blanca, el Congreso y el Pentágono. Su poder se manifiesta en el presupuesto militar destinado a Israel, las políticas de bloqueo a la ONU y la justificación teológica de actos que muchos juristas consideran crímenes de guerra. Esta situación representa un desafío para cualquier política exterior basada en derechos humanos y no en dogmas religiosos.

El sionismo cristiano ha transformado la relación entre religión y política exterior en Estados Unidos. Lo que comenzó como una interpretación bíblica del fin de los tiempos se ha convertido en una fuerza política con repercusiones globales.

Comprender su origen, sus fundamentos y su impacto es vital para evaluar la postura de EE.UU. ante el conflicto de Israel y Palestina, y para promover una política más ética y justa en el escenario internacional.

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