Como dominicano comprometido con el bienestar de mi patria y como aspirante a la Secretaría General Nacional del Partido Revolucionario Moderno (PRM), consideró que ha llegado el momento de hablar con claridad y firmeza sobre una situación que amenaza nuestra soberanía y estabilidad nacional.
La República Dominicana no puede seguir de brazos cruzados mientras el caos y la violencia se apoderan de Haití. Hemos pasado más de veinte años solicitando a la comunidad internacional que actúe con responsabilidad ante el colapso institucional haitiano, y la respuesta ha sido lenta, limitada e insuficiente.
Hoy, los resultados están a la vista: bandas armadas controlan gran parte del territorio haitiano, y la población haitiana desesperada cruzando la frontera en busca de refugio, seguridad y alimentos”.

Esta crisis no es fruto del azar. El acceso de las bandas haitianas a armas de alto calibre no puede ser obra de simples delincuentes. Hay intereses de Estado detrás, y es evidente que existe una estrategia dirigida a empujar a los haitianos por hambre y miedo hacia nuestro territorio”.
Ante esta realidad, la República Dominicana debe tomar el toro por los cuernos, y no permitir que esta situación siga agravándose, y que la medicina es convocar y liderar una Fuerza de Paz, con apoyo de países amigos, para pacificar, desarmar y estabilizar a Haití. No como un acto de ocupación ni de dominación, sino como un gesto de responsabilidad regional y defensa de nuestra seguridad nacional.
Expreso agradecimiento a los esfuerzos de Kenia y su sacrificio sobré el terreno luchando contra este ejército irregular cuya lucha desangra a Haití, pero no podemos dejar que otros asuman el peso de un conflicto que afecta directamente nuestra frontera, nuestra economía y nuestra convivencia social. Sería un grave error estratégico y moral seguir esperando resultados diferentes con las mismas acciones de siempre.
Creo que seguir ignorando esta crisis es jugar al juego del avestruz: enterrar la cabeza ante la amenaza, fingir que no existe y esperar que se resuelva sola. Esa actitud ya no es aceptable.
Haití necesita paz. Y nosotros necesitamos estabilidad. Por eso, hago un llamado a la conciencia nacional y a las autoridades del Gobierno dominicano asumamos, con visión de Estado, el liderazgo de esta misión humanitaria.
Es hora de que la República Dominicana encabece una Fuerza de Paz regional, con el respaldo de países amigos, organismos internacionales y bajo el marco legal de las Naciones Unidas. Esta iniciativa debe tener como objetivo pacificar, desarmar y estabilizar Haití, para abrir paso a un verdadero proceso de reconstrucción institucional y desarrollo sostenible.
Y quiera Dios pueda conseguirse mediante forzar un proceso de reconciliación pacífica, obligando a las partes enfrentadas a sentarse y conciliar.
jpm-am
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